En una pequeña choza de los alrededores de una aldea, cierta noche un matrimonio de ancianos se quejaba amargamente de su mala fortuna. Era un invierno muy crudo y las heladas habían arruinado los cultivos de su huerta.
- Pasaremos hambre y frío – se lamentaba el esposo.
- Quizá no debamos afligirnos tanto – lo consoló su esposa -. Aún me queda algo de paja con la que podré hacer unos sombreros para que los vendas en la aldea.